Sicav es un acrónimo que quiere decir Sociedad de Inversión de Capital Variable. Se trata de un instrumento de inversión a caballo entre un fondo de inversión y una sociedad anónima, utilizado principalmente por las grandes fortunas y con la gran ventaja de que tributa sólo un 1% en el Impuesto de Sociedades, además de estar exento de otra serie de gravámenes. Las sicav fueron creadas en 1983 por el Gobierno de Felipe González con el objetivo de retener el dinero de los ricos en España y evitar la fuga de capitales.
Una sicav es una especie de fondo de inversión que adopta la forma de una empresa –de una sociedad anónima- y donde, por tanto, los ahorradores que invierten en ella se convierten en sus accionistas, al contrario de lo que sucede en los fondos corrientes. Las sicav se dedican a invertir en todo tipo de activos e instrumentos financieros (acciones, bonos, obligaciones, etc.) y están controladas por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
Son un vehículo de inversión de banca privada, orientada a grandes patrimonios. Dicho de otra manera: son los vehículos utilizados por las personas más adineradas para gestionar parte de sus inversiones. Esto es así porque, por sus características, sólo están al alcance de unos pocos. Por ley, para formar una sicav hay que contar con un mínimo de 100 accionistas y al menos un capital de 2,4 millones de euros. Sin embargo, en la práctica, a menudo las sicav son únicamente propiedad de un puñado de grandes fortunas (una sola familia, por ejemplo) que se hacen acompañar de socios de paja o accionistas testimoniales para cumplir este requisito (los llamados mariachis).
Pero la característica más importante (y polémica) de las sicav es sin duda su fiscalidad: los beneficios de las operaciones que realizan tributan tan sólo al 1% en el Impuesto de Sociedades, frente al 25% o 30% que pagan las empresas. Su principal ventaja consiste en que permiten diferir el pago de los impuestos, ya que sus accionistas sólo tributan en el momento de retirar el dinero… pero la ley no marca ninguna obligación de retirarlo.
Por todo esto, a menudo las sicav se presentan como “un instrumento idóneo para canalizar el ahorro privado con el objeto de obtener la óptima rentabilidad financiera y optimizar el impacto fiscal”. Para otros, por el contrario, no son más que “un chollo fiscal para los ricos”.