En todas las relaciones jurídicas en las que se crea una obligación existe un sujeto pasivo y un sujeto activo. Estos sujetos, que pueden ser tanto personas físicas como jurídicas, establecen un vínculo jurídico en virtud del cual el sujeto pasivo deberá hacer frente al cumplimiento de una obligación y el sujeto activo tendrá la potestad de exigir el cumplimiento de esta.
Este tipo de relación jurídica puede darse en diferentes ámbitos. Uno de los que más dudas provoca, sobre todo por las diferencias que existen entre el sujeto pasivo y el contribuyente, es el tributario. En este caso, ¿qué es el sujeto pasivo?
Qué es el sujeto pasivo
En el ámbito tributario, el sujeto pasivo hace referencia a la persona jurídica o física que tiene la obligación de pagar impuestos. En definitiva, el sujeto pasivo en Derecho Tributario es aquel que genera el hecho económico gravado y por el que se ha de tributar por un impuesto concreto.
El sujeto pasivo, en cuanto al pago de impuestos, tiene una obligación tributaria principal: el pago de la cuota del tributo que corresponda. No obstante, el sujeto pasivo también tiene otras obligaciones secundarias de naturaleza formal. Dentro de estas se encuentran la llevanza de los libros de contabilidad o la presentación del Modelo de Hacienda que corresponda para poder tributar por un impuesto.
Diferencia entre sujeto pasivo y contribuyente
A pesar de que a veces coinciden, es fundamental conocer la diferencia entre sujeto pasivo y contribuyente. Así, en el ámbito tributario suele ocurrir que el sujeto pasivo y el contribuyente sean diferentes personas, dependiendo de si se trata de un impuesto directo o indirecto.
Mientras que el sujeto pasivo es la persona que ha de hacer frente al pago de una obligación tributaria, es decir, la persona realmente obligada frente a Hacienda, el contribuyente es aquel que realmente paga dicha deuda tributaria.
Aunque esta distinción no tiene importancia cuando se trata de impuesto directos, sí cobra una especial relevancia en el caso de los impuestos indirectos como el IVA.
En los impuestos directos como el IRPF o el Impuesto sobre el Patrimonio, sujeto pasivo y contribuyente son la misma persona. En el primer caso, es la persona que percibe unas rentas por su trabajo quien deberá pagar la cuota alícuota en concepto de IRPF que establecen el Gobierno y las Comunidades Autónomas. En el segundo caso, es el titular del patrimonio quien deberá abonar al Estado la cantidad que corresponda.
Sin embargo, en los impuestos indirectos la distinción entre contribuyente y sujeto pasivo sí tiene especial importancia, ya que ambas figuras no coinciden en la misma persona. El ejemplo más claro lo encontramos en el IVA, en el que el contribuyente es el consumidor final y el sujeto pasivo es el intermediario, es decir, el establecimiento que comercializa productos o presta servicios. Esto significa que son los consumidores quienes deberán pagar realmente este impuesto si bien es cierto que son los autónomos y empresarios quienes devuelven ese importe a la Agencia Tributaria a través de la presentación de la declaración trimestral de IVA.
Lo cierto es que la distinción entre sujeto pasivo y contribuyente es fundamental, sobre todo en los impuestos indirectos como el IVA o los tributos sobre el alcohol o la gasolina, sobre los que sí tiene una aplicación práctica.
La relación o vínculo jurídico que existe entre las personas físicas o jurídicas con Hacienda es compleja. Al contrario de lo que ocurre con otras relaciones jurídicas, en las que solo existe un sujeto pasivo y un sujeto activo, en los vínculos jurídicos que se dan en el ámbito tributario también existe la figura del contribuyente, cuya diferencia con el sujeto pasivo tiene especial relevancia en los impuestos indirectos.