Cómo se fija y cómo varía el precio de las acciones bursátiles

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Cuando una empresa decide emitir acciones y salir a Bolsa, lo hace a través de una Oferta Pública de Venta (OPV o IPO, por sus siglas en inglés). Y dentro de este proceso se fija el precio inicial al que van a cotizar las acciones de la compañía.

La empresa emisora recurre en una OPV a una o varias entidades que dirigen la colocación de las acciones en el mercado (Facebook, por ejemplo, tuvo recientemente hasta seis: Morgan Stanley como principal, Goldman Sachs, Bank of America Merrill Lynch, Barclays Capital y JP Morgan). Normalmente, el agente colocador, o alguna otra entidad, realiza una valoración de la empresa, analizando los activos que posee, sus beneficios actuales y las previsiones de ingresos para el futuro. Por supuesto, todo ello tiene su parte subjetiva, lo que provoca que haya OPVs que fracasen porque salen al mercado con un precio excesivo que, según los inversores, sobrevalora la empresa (la esperadísima salida a Bolsa de Facebook, en este sentido, ha sido un fracaso histórico). La empresa y el agente colocador acuerdan entonces un valor inicial de las acciones, que a menudo surge de dividir la cifra en que se ha valorado la compañía por el número de acciones que han decidido ponerse a la venta.

Comienza entonces un periodo de suscripción en el que los inversores pueden “apuntarse” a la OPV. Lo normal es que el precio de acción aún varíe en esta fase, que suele durar unos 15 días, aunque normalmente lo hace dentro de una banda de precios máximo y mínimo que el emisor ha hecho públicos. En realidad, se trata de ajustar la oferta y la demanda llegando a un precio que pueda resultar ventajoso para ambas partes: así, si durante este periodo se sube el precio suele indicar que reina el optimismo, pero si se baja suele ser mala señal… Terminado el período de suscripción, y justo antes de la emisión, queda fijado el precio inicial de la acción.

A partir de entonces, las acciones quedan sometidas a las fluctuaciones del mercado… dependientes simplemente de la oferta y la demanda. Por un lado hay gente que quiere comprar y otra que quiere vender: todos ellos introducen en el mercado órdenes de compra y venta de una determinada cantidad de acciones a un precio concreto. Todas estas órdenes forman el libro de órdenes, que se van ejecutando según coinciden la oferta y la demanda. Por ejemplo, las acciones de una empresa cotizan en este momento a 10 euros. Un inversor A ordena comprar 50 acciones a 9,5 euros cada una. Otro inversor B está dispuesto a vender 25 acciones a 10,5 euros. En este caso, sus peticiones permanecerán en el libro de órdenes hasta que aparezca alguien dispuesto a vender a 9,5 o a comprar a 10,5. En ese momento se ejecutaría la operación y el precio de la acción pasaría a ser el de la última operación realizada. Así, imaginemos que un inversor C está necesitado de dinero y decide que, aunque la acción se encuentra en 10 euros, está dispuesto a vender 50 acciones por 9,5, ya que no hay nadie que ofrezca un precio mayor. Una vez introducida su orden, esta se ejecutaría junto a la del inversor A, y las acciones de esa empresa bajarían a costar 9,5 euros, el último precio en el que se han solapado la oferta y la demanda. El inversor B que quiere vender por 10,5 euros tendrá que seguir esperando… (Aquí un ejemplo más complejo pero más realista).

En la realidad, las órdenes se acumulan y se ejecutan cada minuto, por lo que el precio de las acciones está constantemente variando. En España, la Bolsa está abierta de 9:00 h a 17:30 horas, y entre 17:30 y 17:35 tiene lugar la llamada subasta de cierre. En esos minutos, las órdenes de compra y venta se acumulan pero no se ejecutan, y el precio final de la jornada se fija en aquel en el que coinciden mayor número de órdenes de compra y venta. Es decir, se trata de comenzar la jornada siguiente a un precio más justo, aquel en el que ha estado de acuerdo el mayor número de inversores. Este precio final  es muy importante porque es el que aparecerá en todos los periódicos y los telediarios y en el que se fijarán los inversores para seguir operando.

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